Agorafobia: huir de ti

La Ansiedad se manifiesta en ti en distintos sitios y situaciones. Parece no responder a nada y a todo. Probablemente sea Agorafobia.


Agorafobia 01
En un caso concreto una persona está caminando por un aeropuerto y, de repente, comienza a sentirse mal, su cuerpo se acelera, se le alteran las pulsaciones, le entran sudoraciones, siente una opresión en el pecho, piensa que va a morir y, como es normal, se asusta. Tras esta experiencia traumática, esta persona deja de ir al aeropuerto puesto que sabe que es un sitio donde se le va a activar la ansiedad. Pasado el tiempo esta situación se reproduce en un centro comercial y la persona vuelve a realizar la misma asociación por lo que deja de acudir a los centros comerciales. Poco a poco la situación va extendiéndose y deja de viajar en trasporte público, acudir a las cenas con los amigos, a recoger al niño al colegio, etc. hasta que su mundo se limita a su casa y es posible que a una única habitación.

Estamos ante lo que tradicionalmente se conoce como Agorafobia, el caso específico de la ansiedad en el que la persona que lo padece tiene temor a enfrentarse a lugares abiertos o lugares muy concurridos.

Es posible que sientas que este no es tu caso, que tú seas de aquellos que continúan forzándose a acudir a todos estos sitios y exponerte a las situaciones aunque sepas que te activan, esto es, notes que se te dispara la ansiedad. Que hayas notado que esta ansiedad se activa en estos sitios, pero se te unen dos cosas: primero, que no siempre ocurre o no siempre con la misma intensidad y segundo, que no creas que se puede establecer una relación, puesto que te ocurre en estas situaciones y en otras totalmente distintas.


En el caso descrito antes, parece que la asociación es sencilla: Como ya estuvimos viendo en nuestro artículo de Qué es la Ansiedad y como se cura, la ansiedad es la respuesta natural que tenemos los humanos para preparar nuestro cuerpo ante situaciones de peligro. Una preparación de acarrea alteraciones en nuestras funciones físicas y psíquicas.

Cuando estás caminando tranquilamente por la acera y de pronto notas como un autobús pierde el control y se acerca peligrosamente hacia ti, cuando estás tranquilamente en tu casa viendo la televisión y se cae una silla a tu lado causando un gran ruido, etc. en estos casos se te dispara la ansiedad pero, por así decirlo, esta ansiedad remite relativamente pronto. Esto es debido a que tu mente rápidamente encuentra el motivo de la activación (autobús, estruendo, etc.), asimila que el peligro ha pasado y desactiva la ansiedad.

Cuando estás en un aeropuerto, un supermercado, paseando por un parque, etc. y la ansiedad se dispara, nuestra mente no tiene con qué asociar esa activación de la ansiedad y busca las razones más extrañas para justificarla, en este caso – normalmente - el lugar donde estamos.

Agorafobia 02
Un caso distinto lo tenemos cuando somos personas que no hemos realizado esta asociación, cuando somos personas que no podemos establecer esta relación causa – efecto. La ansiedad se dispara ante cualquier cosa y – aparentemente – en cualquier situación: en grandes superficies, cuando acudimos al trabajo, en el cine, en la iglesia, en una conferencia, llevando a los niños al colegio, o en cosas aparentemente relajadas y que no deberían activar la ansiedad como cuando estamos visitando a nuestros padres o cuando nos vamos de vacaciones. En este caso no es fácil establecer una relación de cuál es el detonante de nuestra ansiedad.

En realidad sí existe un punto común y, para entenderlo debemos aprender,


Qué es realmente la Agorafobia



Probablemente llevados por la etimología de la palabra, Agorafobia es un término que se asocia en el conocimiento popular al temor a los espacios abiertos, algo que se ha generalizado a un temor a las masificaciones de gente.

La agorafobia tiene la perversión de que produce un efecto de bola de nieve. Un efecto según el cual, comienza en un lugar o situación concreto y va generalizándose creciendo y reduciendo los lugares y situaciones en los que nos sentimos a salvo, llegando a enclaustrarnos en nuestras viviendas o habitaciones.

En realidad con este argumento lo que estamos describiendo es una fobia específica, algo que no difiere mucho de las fobias específicas a las arañas, a las cucarachas o a los ascensores. Este tipo de fobias, aunque frecuentes, suelen tener poco impacto en nuestras vidas, pues es razonablemente fácil esquivarlas.

El problema de la Agorafobia es que no es un temor a una situación o un lugar concreto sino el temor a que algo terrible nos ocurra. La agorafobia es el temor a que se active la ansiedad en un momento en el que resulte inconveniente: que se active la ansiedad, que no podamos controlarla y que en ese sitio o situación y no podamos buscar refugio.


Agorafobia 03
En el segundo caso, pudiera parecer que no estamos hablando de agorafobia pues, como hemos descrito, la persona que lo padece es capaz de interactuar con estos sitios y situaciones en los que puede activársele la ansiedad. Es capaz de hacerlo puesto que no ha establecido una relación directa, aunque lo hace con reparo pues es consciente de que puede atacarle la ansiedad. La persona de nuestro segundo caso está buscando aquello que es el detonante de su ansiedad y no es capaz de encontrarlo.

Si nos fijamos en el primer caso, estamos hablado de una agorafobia que nos produce aquello de lo que nos informan nuestros sentidos (es lo que en palabras técnicas llaman el sistema exteroceptivo). Nuestros sentidos nos están informando de donde estamos y asociamos esas percepciones como desencadenantes de nuestra ansiedad. Cuando se reproducen sensaciones similares nuestro cuerpo prevé respuestas iguales.

En el segundo caso, el punto común que estamos buscando a todas las situaciones en las que se desencadena nuestra ansiedad no está en el exterior y, por tanto, por mucho que lo busquemos no vamos a encontrarlo. Si nos fijamos sí hay algo que se repite en todos los casos y situaciones: es que estamos nosotros.

La nueva concepción de la Agorafobia tiene que ver con lo que se denomina técnicamente la función interoceptiva: los estímulos o las sensaciones que provienen de los órganos internos del cuerpo y que nos dan información acerca de ellos mismos, por ejemplo: un dolor de pecho o de tripa.

En todas las situaciones descritas, el factor común somos nosotros. Somos nosotros que somos conscientes de que en esa situación, en ese lugar o en alguno similar se nos disparó la ansiedad y estamos, por tanto, alerta. Estamos constantemente escuchando nuestro cuerpo a la búsqueda de señales de que la ansiedad se va a despertar y es precisamente con esa constante búsqueda con la que estamos comprando todos los boletos para que la ansiedad se active.

Es lo que se define como miedo al miedo. Sabemos que a los ansiosos no nos gusta que nos digan que tenemos miedo, pero la realidad es esa: tememos que vuelva a desatarse la ansiedad y todos sus síntomas - que son muy desagradables - y es, por tanto, un temor muy justificado que sólo entenderá quien haya tenido la desgracia de padecerlo.



En todos los casos somos nosotros los que sabemos que en esa situación, de atacarnos la ansiedad, nos pondrá en una situación muy desagradable, nos sentiremos mal, cada vez peor y no podemos escapar. (Piénsalo, ¿Cuántas veces has tenido esta sensación y cuando ha pasado la situación “milagrosamente” se han reducido los síntomas hasta casi desaparecer?).

Esto es a lo que se conoce como Agorafobia: una especialización de la ansiedad en la que quien lo padece teme los lugares o las situaciones en los que la ansiedad puede dispararse, crecer y crecer sin que podamos hacer nada para detenerla y que no tenga fácil el salir, el refugiarse, de este sitio o situación.


Al igual que en el primer caso, cuando hablábamos de las personas que tienen una agorafobia localizada por ejemplo en los transportes públicos, dijimos que este trastorno podría asimilarse a una fobia específica, en el segundo caso, cuando la persona no tiene definido el qué desencadena su ansiedad podríamos estar hablando de una ansiedad generalizada y es que, en realidad, la ansiedad no suele manifestarse de manera clara y única en las personas. Una misma persona puede aunar fobias específicas, agorafobia y trastornos de pánico, mientras que otras pueden tener trastornos de pánico sin agorafobia.

Las clasificaciones de la ansiedad sirven para su concreción y estudio pero raramente se encuentra en la realidad un paciente de libro, una persona que padezca una única de las clasificaciones en las que se divide la ansiedad.